El pleno crecimiento de los plátanos bio

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La agricultura biológica va viento en popa y, a pesar de las limitaciones relacionadas con su producción en entornos tropicales, los plátanos siguen esta tendencia.

De la mano de la concienciación general por la salud y el medio ambiente, el mercado alimentario bio ha experimentado entre el 2000 y el 2016 un crecimiento inédito. Las superficies agrícolas se han multiplicado por 3,3, el número de granjas bio por 9,6 y, actualmente, más de un centenar de países se han dotado de una legislación. Es cierto que más allá de su impacto en la salud de los suelos y de los consumidores, lo bio se muestra como una herramienta de gestión de los recursos naturales que favorece la seguridad alimentaria. Por ejemplo, la región de Tigray, en Etiopía, azotada históricamente por crisis alimentarias. La recuperación de un millón de hectáreas hacia una cultura bio ha permitido alcanzar la autosuficiencia alimentaria a 100.000 personas y contener la deforestación.

Bajo los trópicos

La fruta tropical, como los plátanos, los aguacates y los mangos no está ajena a esta tendencia, a pesar de que su producción exige una combinación excepcional de calor, humedad y precipitaciones. Estas mismas condiciones también propician el desarrollo de hongos y parásitos que, bajo los trópicos y en ausencia del frío invernal, prosperan de enero a diciembre.

En los cultivos clásicos, el recurrir a los fungicidas, al drenaje del suelo y, para los plátanos, al deshojado y a las fundas de protección, permiten proteger la fruta de los ataques parasitarios y satisfacer así la demanda mundial. En los cultivos biológicos, las cosas se complican, especialmente con los plátanos. Ningún tratamiento natural puede actualmente atajar la Sigatoka negra, un hongo capaz de diezmar hasta la mitad de un platanal en pocos días. De hecho, en comparación con el aguacate, la fruta dorada es menos resistente. En la agricultura biológica, esta particularidad comporta el doble de esfuerzo, más cuidados y más manipulaciones.

El árbol del aguacate puede alcanzar los 20 metros de altura y es un árbol sólido ya que, en función de la especie, puede aguantar condiciones de frío de hasta -1 ºC. Sus necesidades de agua van de los 1200 a los 1600 mm al año y, gracias a su gran diversidad genética, puede adaptarse a climas diferentes, siempre que no haya heladas y se drene el suelo. Entre 2014 y 2015, la producción de aguacates biológicos casi se ha triplicado al pasar del 9 al 24 %. El plátano es una planta herbácea efímera de 3 a 10 metros, muy sensible a las variaciones de temperatura, exigente con el agua y tendiente al enmohecimiento. Sus frutos aparecen a partir del momento que reina una temperatura de al menos 10 ºC, cuando la humedad es alta y que las precipitaciones alcanzan los 3000 mm/año y que el suelo se drena de manera regular. Entre sus ventajas, la planta es perenne y su crecimiento solo dura de 7 a 9 meses. Solo el 1 % de los 118 millones de toneladas de plátanos producidos al año es biológico, lo que sigue pareciendo poco para la fruta más consumida en el mundo.

En los platanales biológicos

Primer productor de plátanos de comercio justo y biológico de la zona ACP, Compagnie Fruitière ha firmado recientemente un acuerdo de colaboración con WWF Francia para seguir con la puesta en marcha de acciones medioambientales. Los platanales biológicos del grupo se ubican en entornos más secos y próximos a los cursos de agua sanos al norte de Costa de Marfil y Ghana.

Allí, los plátanos se cubren regularmente con un aceite parafínico bio que, en esas latitudes, puede alejar los parásitos. Durante el tiempo posterior a la cosecha, los agricultores utilizan aceites esenciales contra las enfermedades fúngicas. Durante el brote, se utiliza como abono natural un compost a base de la fina corteza del cacao que recubre su grano muy rica en minerales orgánicos. Las malas hierbas se eliminan mediante escarda manual o con la ayuda de un manto vegetal de leguminosas. Esta permacultura permite a la vez ahogar las malas hierbas, reducir la evaporación, aportar más nutrientes a los plátanos y ventilar los suelos gracias a las raíces profundas de las leguminosas.

Una nueva plantación en Ecuador

Con el objetivo de expandir su producción biológica a otras regiones del planeta e intensificar la práctica de una agricultura todavía más ética, el grupo ha adquirido recientemente una parcela bio de 150 hectáreas en Ecuador, cerca de Guayaquil. Ecuador, país pequeño encajado entre Colombia y Perú, es un gran país exportador de plátanos, con cerca de 6 millones de toneladas al año. Dispone, de hecho, de la doble ventaja de poseer un clima seco y de personal altamente cualificado y formado en las prácticas de cultivos más avanzadas. Finalmente, su diversidad vegetal excepcional puede constituir para los productores toda una fuente de inspiración de soluciones naturales.

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